Miguel Angel pintó en el dolor y la obstinación creativa.
Luchó contra todos, incomprendido en sus desvaríos, sufrío los
tormentos de la creación, no se detuvo ni aún cuando cayó desde su
andamio pintando el Juicio final, con severísimas lesiones se recluyó en
la soledad de su mayor dolor que no era físico, y con obstinación y
paciencia volvió a desafiar las alturas de la oscuridad. Pensaron que lo
acabarían cuando años después repintaron sus obras cubriendo lo más
bello de su creatividad, la desnudez.
Aún anda subido a los andamios de la locura pintando desnudos sobre las mediocridades.
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