martes, 16 de abril de 2019

Lo esencial de la milanesa no es el empanado, aunque tampoco existe sin él


Lo esencial de la milanesa no es el empanado,
aunque tampoco existe sin él

Desde aquel hecho de la milanesa en un supermercado donde dos seres humanos peleaban por la última oferta, mascullamos las reacciones y análisis en la vida real cotidiana y en la virtual ,como aquí, facebook face facebook.
Desde las comparaciones y tristes humoradas de que "no era Venezuela" hasta el análisis sociológico de la lucha por la comida barata a raíz del hambre. Hambre tan real como la carne, la oferta, las dos personas que discutían, tan real como el empanado, como la milanesa.
Casi todos los análisis y las espantosas repeticiones de los medios de comunicación concluyeron que era el hambre quien llevaba a esta violencia barrial de pobres contra pobres.
Se quedaron con el empanado de la milanesa.
Sigo sin pensar que la pelea era, en esencia, por hambre.
Lo esencial de la milanesa es la carne.
Claro que sin empanado no hay milanesa,  solo un churrasco.
Entonces, ambas, carne y empanado, hacen a la milanesa.
Pero el empanado solo es pan que no alimenta, solo rellena e infla las panzas, o las mentes.
Las discusiones ocupan horas y horas. Y se centran luego de un par de intercambios, cuando no de entrada, en la agresión al otro. En la descalificación de la persona, en la falta de facultades para decir tal o cual cosa, en pensar de esa estúpida manera, en escribir mal, en ser tan ignorante o tan sabedor, en atacar y atacar y atacar, discutir y pelear por una oferta de milanesa.
Si sumamos como ejemplo, el incendio de Notre Dame podemos escribir varios libros, de posiciones encontradísimas y de nuevo la agresión, la descalificación y todo lo dicho anteriormente sumado en este caso a la defensa o ataque a una estructura que representa un acontecimiento cultural de mil años.
¿Será la "cantidad" de años lo que provoca la efervescente discusión que ha desatado?
¿Será que nos negamos a aceptar la destrucción así de un saque, como el derrumbe de un castillo de naipes, porque no es natural ni cotidiano?
¿Reaccionamos todos los días de la misma manera ante la cotidiana e inhumana destrucción de millones de seres humanos, (y que lleva más de mil años, salvo honradas excepciones por cortos períodos de tiempo en determinados lugares) porque se nos ha hecho natural y no es un incendio de miles de personas concentradas en un basural?

Vivimos disparándonos a mansalva con gatillos de teclas o táctiles tocaditas y nos herimos con palabras que sangran para siempre tener la razón o al menos estar más cerca de ella que el otro.

No será que la carne es: la infelicidad, la bronca, la ira, la decepción, la debilidad, la impotencia de no poder cambiar ni la economía ni el gobierno (salvo en ese instante en que las leyes obligan a poner el papelito en la urna) y entonces se acumulan por años ante el crecimiento del sufrimiento y la angustia de la pasmosa inacción y allí surge el maravilloso empanado y nos cagamos a trompadas o nos puteamos por las redes.

Mientras tanto, ellos, los dueños del supermercado, del papelito de la oferta, los dueños de las construcciones, los dueños de la carne y empanado real, viven en un inmoral festín porque en definitiva son los que accionan y se creen dueños de nuestras vidas y nuestros destinos, salvo, claro está, que decidamos lo contrario,
y repartamos las reales milanesas, de carne y empanado,
en lugar de seguir descargándonos entre nosotros.

Desde El Bohío
16.04.2019