domingo, 12 de diciembre de 2004

Cuba y Nuestra América en Chile

Una fiesta cultural, la 24 Feria Internacional del libro de Santiago, se vivió en ese lugar que otrora vez fuera una gran Estación de Tren que conectaba a ese hermano alto y flaco que es el querido país de Chile. La ex-estación construida por el mismo arquitecto de la famosa Torre de la ciudad que tiene al Sena por surco natural, es ahora el Centro Cultural Estación Mapocho y tiene su propia música, la del río Mapocho que toca a su izquierda. Este lugar se transformó en albergue de millones de libros y de algo aún más importante: de miles de personas que vinieron a deleitarse con su contenido. ¿De que sirve un libro sin un lector?. En este marco de fiesta, donde el país invitado fue México, estuvimos presentes con el stand de "Nuestra América - Cuba". Los libros de la Editorial Nuestra América y los libros de las Editoriales Cubanas dijeron presente, y el pueblo chileno asistió a disfrutar de escritores que hace mucho tiempo no se editan, ni se ven en las librerías de su país. El Che, Martí, Fidel, Dalton, Retamar, Guillen, Loynaz, Carpentier,Labra, Gelman, M.Estrada, Cortazar,G.Marquez, y miles más ...estuvieron allí. El calor humano y el sentir profundo llegó de la mano de hermanos como el poeta Cristian Cottet y amigos como: Simón, Francisca, Caro, Tio Jano (quien me curó un terrible dolor de espalda), Caleu (un perrazo que dejó sus patas embarradas en mi vestimenta todos los días) y muchos más , que me hicieron sentir en familia. Viajar en "la micro" y "el metro" camino a "la pega" y a la casa en Vicuña Mackena paradero 21, comer "sopaipilla" en las calles de Santiago, disfrutar de un "pisco", unas "empanadas", encontrarme con el "flaco Pineda" en la Feria, hacer nuevos amigos y deslumbrarme cada día dando gracias a esa naturaleza que nos regaló la columna vertebral de nuestras tierras, la Cordillera de los Andes. Y cómo describir luego de un día de lluvia, cuando los aires se encargaron de barrer literalmente el podrido "smog" con el que el hombre ha techado Santiago de Chile, para permitir a los ojos de los seres que aún se maravillan con una ladera nevada. Santiago oscuro, ocho treinta de la noche, el horizonte blanco, el sol allá arriba, sólito se va ocultando como dirigiéndose a descansar mientras nos va pintando a las cumbres nevadas de un color rosado, dulce rosado, delicado rosado, rosado mujer. Sí, la cordillera es una bella mujer que enamora a quién la sepa mirar. La rosa es por antonomasia, la flor del amor. ¿Quién no regaló una rosa alguna vez?. Pero también, ¿Quién, que se haya acercado a un rosal, o a un ramo de rosas no sintió la presencia, inevitable en la vida, de las espinas?. También las hay en Chile, como en toda Nuestra América. Un país que vende la gran imagen de vergel de la economía en ascenso y desarrollo industrial. Las dos cosas son verdad. Pero tienen sus peros, y hay que decirlos también. En el ascensor sólo entran algunos, muy poquitos, y el desarrollo industrial es de empresas y es de y para afuera, la ganancia. América Latina vive hoy una burlona escena de repetición de 1492. Sí, es otra época. No hace falta el arcabuz, pero hay arcabuceros de la economía mundial. Sí, también son los mismos, más los nuevos. La península Ibérica y el Norte brutal, más otros tantos, hacen más daño que las carabelas de antaño. Y, ellos, se están quedando con todo o casi todo "que no es lo mismo pero es igual". Cada país de "Nuestra Mayúscula América" como la llamó el Che, tendría que volver a realizarse una soberana endoscopia para ver que nos queda, o que nos han dejado, o que nos hemos dejado. Aunque se puede vivir con un riñón, el "fifty and fifty", a la larga termina siendo un cien. ¿Para quién?. ¿A costa de quién? Mirémonos en el espejo de la historia. Mirémonos, no con los ojos ajenos, sino con los nuestros en los ojos de nuestros hijos y en los hijos de nuestros hijos; y sus lágrimas tal vez no serán de agua, serán de color, y el color no será insípido y transparente, ni su sabor salado, sus lágrimas serán dulces y rojas e hirientes. Mirémonos en nosotros y nos vemos. Y vemos que sí, que somos más Y que sí, estamos peor. En Chile están dando la misma obra que en el resto de nuestros países. Y la gente?. Y el pueblo chileno?. Allí, resistiendo, y viviendo en un "sociolismo" "lagoseano" como se pueda, y muriendo, y gritando, y puteando (a la visita de Bush, a Lagos) y haciendo poesía al andar, y amándose bajo las alamedas, y escribiendo, y leyendo, y soñando, porque en definitiva, somos realistas y soñamos lo imposible. Y sabemos que si nos vemos y queremos, podemos. Nuestro paso por Chile un aporte más, de libros con ideas que se suman a las que ya existen en el querido hermano flaco y alto que es Chile.

martes, 30 de noviembre de 2004

Llamado del corazón, llamado de la razón, llamado de Caracas

Por la Humanidad, en Caracas y por el mundo mismo, y desde Caracas divisando un abismo, se oyen voces de esperanza y heroísmo. Es el llanto y el canto, es un pueblo en alza y que aún no alcanza, todo el dolor dolido y lo abolido, para lograr lo querido, el simple y complejo camino para vivir como hermanos en un mundo con sentido.

El gran maestro del pensamiento latinoamericano aporta sus ideas para acompañar nuestro reflexionar cotidiano en estos nuevos tiempos, en el seno de un pueblo que en plena transformación-evolución nos recibió con demostración de sincero y apasionado amor, amor a la Vida.

“Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación.” José Martí.

Si de crear se trata, nadie mejor que estos vientos bolivarianos haciendo girar molinos de imaginación que vierten aguas de revolución. Vientos que hacen tiritar a los estamentos establecidos, a los manuales, a los rumbos históricos marcados como inamovibles; para decir así, con el quehacer diario, que todo es posible en nuestras tierras tan nuestras como nosotros mismos y nuestro ser latinoamericano tan incomprensible para quien no siente el calor de la sangre que hierve y ebulliciona hasta convertirse en torrente de lucha y libertad para “nuestras repúblicas dolorosas de América”.

Esos ríos de lava roja vienen del centro de un volcán que hizo erupción, esos ríos de la savia de nuestros muertos nos claman para que su caudal no aumente inútilmente, para que no se desborde, ya no ¡basta!, y nos ofrendan su ejemplo como nutriente vivo para éstas y las próximas generaciones de hombres y mujeres de la tierra.

Es un grito y es un canto. Y es una canción. Y sabemos, aunque callemos muchas veces por formas y cuidados, aquello que el trovador en su poesía cantara con todo su ser y gritando enfáticamente en una voz multiplicada en cientos que se unieron al gran deseo de los justos que por la justicia buscada su vida dieron, pero que no murieron, porque hoy juntos cantamos como universal pueblo con Pablo “y pagarán su culpa los traidores”.

Una Venezuela en la construcción de una colectiva solución, una Venezuela que comprendió que en lo individual sólo está el sendero hacia lo conocido, lo padecido, lo sufrido. Una Venezuela que no está sola, pues Cuba tendió su mano, una vez más. Mano amiga, mano cubana, mano médica, mano deportista, mano cultura, mano hermana, mano revolucionaria. Ya vés, y si se es fiel, se siente en la piel.

Y juntas sienten “barrio adentro” la misión que las hermana, la misión que lo mismo da el nombre, la misión que hoy tiene el hombre, la misión de buscar la salvación de un pueblo en destrucción.

Desde Caracas retumba el latido de un corazón declarado abatido, pero que hoy bien vivo, y en medio del silencio de los explotados por la desvastación del mundo y en la algarabía del continuo, incesante e ineluctable combate contra “los enemigos irreconciliables” se escucha esta declaración que por nombre lleva “Llamado de Caracas” y que en la diversidad de culturas del mundo, los pueblos saben que “el ser humano” o mejor dicho “lo humano del ser” corre peligro de extinción, y sólo nos salva la unión con decisión y confianza en la lucha y la victoria de un mundo subvertido para una humanidad con sentido.

*Marcelo Cafiso
Editor. Nuestra América Editorial. Buenos Aires, Argentina. www.nuestramerica.com.ar

lunes, 12 de abril de 2004

El origen de la familia, la propiedad privada y el estado.


El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Federico Engels.

Nota editorial a la edición argentina

por Marcelo Cafiso.


Para ubicarnos en el contexto en que Federico Engels escribió este

libro, editado por primera vez hace ciento veinte años debemos, inevitablemente,

retroceder hasta el año 1881. Entre diciembre de ese año y enero

de 1883 suceden dos hechos terribles que golpean fuertemente a su

amigo Carlos Marx.

En ese lapso mueren su mujer y su primer hija, ambas de nombre

Jenny. Demasiado dolor para recobrarse tan pronto. Agobiado y angustiado,

este profesor, que nunca dio clases en la Universidad por ser considerado

subversivo, el 14 de marzo de 1883 deja de existir físicamente.

La despedida, realizada el 17 de marzo con antiguos compañeros, quedó

sellada para siempre con las palabras de su inseparable amigo Federico:

“Los gobiernos, ya fueran absolutistas o republicanos, lo expulsaban.

Los burgueses, tanto los conservadores como los ultrademócratas, competían

en difamarlo. Marx apartaba no hacía caso. Sólo contestaba cuando

la necesidad imperiosa lo exigía. Y ha muerto venerado, querido, llorado

pormillones de obreros de la causa revolucionaria, diseminados por

toda América y Europa, desde las minas de Siberia hasta California. Y

me atrevo a decir que si pudo tener muchos adversarios, apenas si pudo

tener un enemigo personal. Su nombre vivirá a través de los siglos y con

él su obra”.

Engels, demuestra claramente en sus cartas, y sobre todo en una dirigida

a Johann Philipp Becker, un antiguo compañero de lucha en aquellos

días de 1848/49, cuál es su mentalidad y su forma de sentir frente a

este echo: “Nosotros dos somos ahora casi los últimos de la vieja guardia

anterior al 48; pues bien, permaneceremos en la brecha. Silban las balas,

caen los amigos, pero eso no lo vemos por vez primera. Y si la bala llega

a impactar en uno de nosotros, bienvenida sea, siempre que dé en el blanco,

para no andar con muchas convulsiones.”

A partir de este momento la hija menor deMarx, Eleanor, se puso a

la par de Engels en la ardua tarea de difundir los escritos de su padre. Y,

de tal palo tal astilla, Eleanor participaba diariamente en las luchas políticas

y sindicales de los obreros londinenses.

Engels, a quien llamaban “el general”, venía trabajando hacía ocho

años en La dialéctica de la naturaleza y en unos escritos preparatorios

para desarrollar una historia de Irlanda y otra de Alemania. Reconociendo

que su tarea era concluir los manuscritos dejados porMarx, apartó lo

suyo y pasó a trabajar en la obra de su amigo.

Pilas y cajas repletas de ellos, montañas de papeles, manuscritos

borroneados… eran el panorama en la casa de Marx. Allí Engels encontró

fragmentos de un libro sobre los orígenes de la sociedad. Marx había

hecho numerosas observaciones críticas en la obra La sociedad primitiva

de Henry Lewis Morgan, un etnólogo norteamericano de los más lúcidos

que estudiaban la prehistoria.Decidió revisar y utilizar los resultados

de Morgan y las anotaciones de Marx.

Estudió a Bachofen y a MacLennan. Inició investigaciones de historiadores

y ...etnólogos suizos, alemanes, franceses, ingleses, rusos, norteamericanos

y de otras partes del mundo. Así fue modelando un libro

sobre los orígenes de la humanidad, en la que existía una sociedad sin clases,

una sociedad primitiva.

Federico Engels daba el puntapié inicial de una batalla sin limites.

El mundo antiguo revelaba que los seres humanos regulaban su convivencia

social en las relaciones naturales, y sobre todo en aquellas que

los vinculaban directamente por el parentesco.

Cuando desarrollaron la agricultura y la ganadería, y cuando esas

actividades generaron “plusproducto” y su correspondiente explotación,

se generaron las interminables diferencias entre dos sectores que se

enfrentaron entre sí y comenzaron a odiarse.

Se organizó una fiesta (la organizó el bando explotador, obvio está)

dándole la bienvenida a “Doña Sociedad” divida en clases.

El bando explotado observó la fiesta desde la vereda de enfrente. Y

así... nacieron las clases.

¿Entonces, es mentira que siempre existieron ricos y pobres en la

historia de la humanidad?.

Antes de esta fiesta, no los había. (demuestra Engels) ¿Y que pasó

después de la fiesta?.

Hubo problemas, incluso antes de que termine. Porque los de la

vereda de enfrente quisieron entrar a la fiesta y no los dejaron. Y al otro

día se fueron a quejar al que dirigía el pequeño desarrollo agrícola ganadero

de ese paraje.

¿Y que pasó?

Se reunieron los del bando explotador y dijeron: “En este momento

de nuestra sociedad; en esta etapa determinada de nuestro desarrollo, es

imprescindible, como resultado de nuestra actividad, crear algo que nos

ampare frente al otro bando, de lo contrario tendremos problemas”.

Y así le dieron la bienvenida a “Don Estado”. ¿Alguna vez no existió

el Estado?

Antes de la fiesta, no lo había (vuelve a demostrar Engels).

Y después hubo que organizar todo, porque si no, seguía el descontrol,

se decían los del bando de la fiesta.

Y así, día a día, fueron dándole la bienvenida a: “DonMatrimonio”,

“Doña familia” y “Doña mujer en la cocina”.

La verdad es que Federico Engels trajo muy malas noticias para los

detractores de la revolución. “¡Señores! –gritó por las calles de Londres–.

Alguna vez todo estuvo al revés”. Lean esto, lean, lean… gritaba… E

imprimió este libro.

Cuando salió la primera edición, en Zurich, la fascista policía política

de Bismarck confiscó cientos de ejemplares.

Y otra vez a empezar. El libro terminó editándose en varios idiomas

en pocos años, ya que fue y es una de las investigaciones fundamentales

para conocer la historia de la comunidad primitiva.

Producción, factor decisivo de la historia. La producción de los

medios de existencia. La continuación de la especie humana. ¿Cómo fue

evolucionando la humanidad? ¿Cómo se convirtió en lo que es? ¿Cómo

se relacionaron entre sí las personas y esos medios de producción?.

Engels responde a todos estos interrogantes y hace hincapié en el

estudio de los rasgos fundamentales del desarrollo de esa comunidad.

Toma como ejemplo a tres pueblos (los griegos, los romanos y los germanos

antiguos), y analiza las causas económicas que condujeron al proceso

de descomposición de esa sociedad sin estado y sin clases, que fue

una realidad en la comunidad primitiva.

Abril de 2004.