lunes, 21 de enero de 2013

LEERTE



Ciego de amor
las caricias
dieron lectura
a la poesía
grabada en tu cuerpo.

miércoles, 16 de enero de 2013

PARECEN MANDAR, PARECEN





Parecen mandar,
parecen,
imperiosas órdenes
de orden e imperio
y extraño criterio
a los mandados

Parecen mandar,
parecen,
inexplicables órdenes
que enquistan con esfuerzo
explicando
a los mandados

Parecen mandar,
parecen,
ensordecedoras órdenes
que asombrados oyen
desde abajo
los mandados

Parecen mandar,
parecen,
desordenadas órdenes
que acomodan a sus días
desordenando   
a los mandados

Parecen mandar,
parecen,
un concierto de órdenes
desconcertando
a los mandados

Parecen mandar,
parecen,
pero más
desconcertadoras
desordenadas
ensordecedoras
inexplicables
imperiosas
órdenes,
sometidos obedecen.

***

sábado, 5 de enero de 2013

CREPÚSCULO





Cuando pude bien conocerte
afirmé: luz, rotundamente
pero me encegueciste

Más luego dije: eso es
sabia y sombría noche
pero no pude verte

Con el tiempo de observarte
en el presente y reverso
a trasluz del encontrarte
fuiste grieta de universo

Ni luz de día, ni el oscuro
tampoco un leve punto nulo;
y el transitar tus arterias de misterio
reveló que eres siempre y al desnudo
el mágico y único crepúsculo.


viernes, 4 de enero de 2013

CANTO A TÍ MISMA



               “Canto a la pasión, vibración y poder de la inmensa vida” Walt Withman



Cómo no cantarte

si estallas

en mis entrañas,

supuras

por mis poros,

si hiperventilas

hasta mis pupilas,



si eres el fuelle

del bandoneón

de mis pulmones,

si cartílago

que modula mis palabras,

tímpano que oye

las voces del mañana



sangre que fluye

las arterias del camino,

sueño que en las noches

revuélcame  excitado,

sudor que elimina

las toxinas del pasado,

sonido que transita a prisa

mis cuerdas de sonrisa a risa,



eres todo, todo no, casi a modo

que casi no es lo mismo que todo

porque no has encadenado

ideas libertarias

y corazón enamorado

porque con ellos,

amada,

en arroyos y montañas

con ellos

antaño, hoy, mañanas

te pienso

y amo

como lo hago

hasta ahogarme

feliz pez

en tu vientre lago.

jueves, 3 de enero de 2013

Sigue...



Sigue cavando hacia arriba
no hay cima para el amor.

***

miércoles, 2 de enero de 2013

TRASPIÉ



Dar traspies
sin duda alguna es
la esencia del ser
que incansable anda

Quien nunca dio un traspié
no será digno de
afirmar que es un ser
que hoy está de pie.

martes, 1 de enero de 2013

Entre cuchillos y bolas en una partida del lúdico mundo de la mente.





“Recuerdo el brillo del acero en la oscuridad... El que quiera salir va a tener que pasar por este cuchillo”
[El Congreso, de Jorge Luís Borges]






No hallaba razones que explicaran el por qué generar un oscuro abismo dentro del rancho para subsistir al despojo de la miserable vida. ¿Qué puede entender un niño desde su lúdico mundo frente al rígido y agresivo mundo de los adultos?

¿Era lo único que se podía hacer dentro de las reglas impuestas para la  poca vida de los hombres de a pie?

Los años y el rumiar los recuerdos fueron desmenuzando sentidos.

No existía en kilómetros a la redonda un lugar así, era el centro de encuentro de tardes, noches y madrugadas. Era el cielo o el infierno de los sin nombre, los perdidos, dolidos, nostálgicos, acabados, desamorados, traicionados, expulsados, borrachos, jugadores, machos, cuchilleros y de algún que otro pistolero. Era también mi casa.

¿Cómo podía ser que un par de mesas de truco, un billar, un metegol y unas damajuanas de tinto barato reunieran habitualmente a estos personajes, de postreros cuentos leídos en Arlt, que emergían de las catacumbas vivientes de la pobreza? Estos iguales a nosotros en rostros de otros.

¿Qué magia deshilachada había en el rancho, donde intentábamos crecer entre sueños de escuela de guardapolvo blanco y canchita de fútbol, que los vilipendiados por la hipocresía de la sociedad acudían a beber la esperanza abandonada en las tardes de tristezas solapadas?

Los rostros-pergamino a los pocos años, las manos de surcos arados por el trabajo realizado para buen provecho de otros, los labios agrietados por el alcohol, el tabaco, el  sol y el frío; las espaldas dobladas por el peso del yugo de la diaria condena a vivir sin reír desde adentro.

Y era la casa de todos y la nuestra, todos desarrapados. Y era la mecánica social en la casa. Y unas partidas de billar, unos partidos al metegol y de pronto las sillas crujían y las mesas reunían a los jugadores de truco. La tarde caía como también la bebida en depósitos de angustias, y los gritos salían en la noche oscura hasta que el recuerdo de alguna madre o hermana hacía saltar el odio que descargar no podían en sus patrones de a diario y empuñaban el compañero cuchillo o el revólver vengador de una carteada o una mal cantada jugada y un enojo dejaba abierto el despojo de un cuerpo tendido boca arriba mirando el destino con ojos blancos de sueños extraviados. Y así, con parpadeantes ojitos de niño perdido en el asombro de un novísimo charco de sangre, unos últimos gemidos, otros alaridos, algunas puteadas, golpes y cuerpo arrastrado como bolsa de papa a la calle de tierra, crecíamos entre hombres de abajo, de barrio y de barro. Entonces la mesa que sola esperaba, con su estepa verde y sus bolas viajeras se transformaba en el valle de la esperanza o en el refugio de la violencia y la muerte incomprensible. Y las horas pasaban mientras apenas andaba temeroso asomando la cabeza  y los brazos al cerco de sus barandas, tomando el taco como un fusil y disparando a los cuerpos de las bolas de billar, -como intentando aniquilar las dolencias- que rodaban como la vida en el frío piso de cemento que había dejado bajo el techo-nuestro techo- a un jugador menos, ya herido, ya muerto, pero siempre tendido.

El camino estaba marcado. Había que transitarlo de igual a igual, esquivarlo o esperar hasta el momento de poder hacer otro ‘a mano y sin permiso’, pero mientras tanto, la mesa de billar –el lúdico mundo- era el paraíso escondido a la vista de todos los habitantes del infierno.  

Así fue que me vi en el espejo del tiempo cuando al tirar la taba de la historia dimos vuelta la página, -sin perder la memoria-, y transformamos aquella mesa de sufrimientos y recogimiento en esparcimiento cuando la barba crecía al igual que la esperanza en los ojos de las hijas de mi sangre, en los nuevos. Así fue que le dimos otro sentido para los nuevos y para uno mismo, sin olvidar el pasado.

Hoy, en un aire de resignificación de la existencia y las heridas de ayer, los cuchillos son para cortar el pan que compartimos y la mesa para jugar ganándole el truco a la muerte temprana y a la desesperanza en una nueva partida que ahora es llegada y encuentro.



[dde. el bohío 1º de enero de 2013]