Muero un poco cada día
de abismos
inevitables
por la muerte la
injusticia
trozadoras detestables
y con dolores de ocaso
en silencios
imborrables
va insepulta la
agonía
pero siempre
resucito en la alegría
de las luchas
abrazables
en grietas como sonrisa
y en el amor que sin prisa
vierte el vino en viejo vaso
a través del tierno abrazo
de la mano y la
caricia.
***
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