Su cuerpo redondeado, nada perfecto, blanco
como la nieve, como la luna llena, como una espuma de mar que al llegar
descansa en la orilla, está allí esperando la caricia que despoje sus
ropas, falso cascarón que aparenta el imposible descubrir su desnudo
cuerpo, con lentitud de pintor, con paciencia de sembrador encuentro el
corazón expuesto y me dispongo al placer, a disfrutar, a hincar mis
dientes en su alma y saciar el hambre dándole sentido a su existencia.
[un huevo duro aguardaba en la heladera como única cena del caminante]
viernes, 26 de octubre de 2012
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