Obnubilado, confuso, pensaba y exclamaba
con arrogante versión de falsa erudicción.
Subyugado
por la inasequible presencia
de la circunspecta niña
abrí las puertas de mi espíritu
a las más abyectas ilusiones.
Aspiró la tierra húmeda de su barrio
borró las elucubraciones tormentosas
y dijo:
Me encantás piba.
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