lunes, 8 de octubre de 2012
En la noche, tus ojos.
Cuando avanzas
anhelada compañera,
cautelosa,
silenciosa,
como quién camina en puntitas de pie,
formando va tu figura y se te ve
clara y nítidamente obscura,
pero de una obscuridad brillante
que hace del carbón diamante
y del día una espesura
al lado de tu ternura
que todo transforma en aire.
Nos encontraremos,
y será, sabemos
en el mágico momento,
faltos ambos de reloj
sin cita, ni obligación,
pues la nube libre,
baja al cerro
cuando se oye el cencerro
que mueve el viento veloz.
No soy tuyo,
ni eres mía,
tú vienes
y vas,
invariable pasantía
en el océano de la vida,
y mientras navego
en el vientre de tu cuerpo,
Oh! Hermosa Noche,
busco los ojos pristinos
de la mujer
con que sueño.
***
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