miércoles, 23 de noviembre de 2011

Canto al Bohío en su metamorfosis

Bohío te esperare aunque te niegues
a los cambios inevitables
Naciste en mi mente, habitable
Aunque eras viejo aquel viernes.

Un sonido imperceptible vino de tus raíces
Destruido, solo y de vida ausente
Susurraste a mi oído quiero ser tu naciente
de hilo de agua y tu sed sacies.

Nadie creía en ti, pero yo me enamoré
una vez más, claro, este ser enamorado
de la vida, y entregado,
a tus áridos brazos, y te abracé.

Te dejaste acariciar, tocar, besar
sentir el amor profundo
tan falto en este mundo,
que fuimos uno para los dos habitar

Vos en mi y yo en vos
hasta que de una vez comprendieras
que ruinas a ser vos volvieras
si no te brindas a todos.

Ningún sentido ya tienes, Bohío
si te ocultas en un amor egoísta
de dos, de tres, o solo existas a la vista
de estos ojos que ya no son míos

Nos entregamos, recuerdas, con pasión y alegría
a los besos, los abrazos, los vientres, las caderas
de la mujer que a ambos poder comprendiera
que estamos hechos de amor, ideas,
naturaleza,
y poesía.

Ahora volvamos en otros nosotros;
junto al membrillo, el fresno, la higuera
el limonero, la mandarina, el cerezo,
el laurel, las cañas, el ficus y el pomelo bello,
los potus, los cactus, malvones, y nidos,
el mirko del Chaco, las aves y sus cantos;
A reencontrarnos, deseados,
cuando la metamorfosis,
haya culminado.

Marcelo Cafiso
23 de noviembre de 2011

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