Nota Editorial al libro de Miguel Mirra Darío Santillán. La Dignidad Rebelde.Testimonios documentales.
“La sangre derramada nunca seca”
Un asesinado por la espalda que se solidarizaba de
frente.
Un joven, un aglutinador de voluntades diferentes para
intentar cambiar ‘algo’ de lo padecido cotidianamente.
Ora los inundados, ora la bloquera, ora la familia sin
tierra.
Un sin tierra, un sin trabajo, un sin mucho horizonte más
que la alegría de luchar por hacer diferente el destino de muchos junto a otros
muchos.
Tierra de organización y comunidad, zona conocida como el
sur del conurbano de la Provincia de Buenos Aires: Lanús, Solano, Florencio
Varela, Quilmes, tierras –como tantas otras–, donde la política repugnante de
los partidos vernáculos hacen de la política algo nefasto, lo de siempre; los
funcionarios se enriquecen en lo individual empobreciendo a las mayorías,
arrojando migajas al pobre que acepta sumisamente dádivas electorales del
poder de turno. Y frente a esta realidad una frente rebelde, una más de otras
más, especial, diferente como otras tantas, y un frente acumulador de sueños,
una organización desafiando el poder opresor, una historia que se repite en el
transcurso de la historia de nuestras tierras.
Voces pensantes, cambiantes frente a la realidad. Porque
bien se cumple aquello que dicen los caribeños “la teoría siempre se jode
frente a la práctica”.
Había que cambiar las prácticas y se cambiaron, con ideas
y acción.
“Che,
que te parece Martina si juntamos un montón de mamás como vos, que no tienen un
hogar, que no tienen un terreno propio, para tener un espacio más grande, una
casa para
ustedes.
¿Y
como hacemos eso para que nos den?
Y tenemos que hacer un acampe.”
[Diálogo entre Darío y Martina]
[Diálogo entre Darío y Martina]
En este contexto de poder dominante y la ausencia de lo
básico para una digna vida, los planteos justos repiquetean en las cabezas de
las instituciones opresoras como gritos de rebelión antidemocráticos que
lindan el terrorismo.
Y se aprueban leyes para socavar todo intento de clamor
popular que tome las calles.
O disparan a matar, como a Darío, Maxi, Mariano –y tantos
otros militantes asesinados– para cultivar el germen del miedo a la organización
popular opuesta al sistema donde manda el capital.
¿Es que acaso debe el pobre andar rogando para sobrevivir
en este sistema de supuesta inclusión con excluidos encubiertos en mantos de
asistencialismo?
¿Hasta cuándo la masa marginada debe aguardar los lentos
cambios de un poder dominante político cómplice de los acuerdos con el poder
económico para una gobernabilidad pacífica?
¿Es justo acaso seguir postergando lo que falta cuando en
un país sobra tanto y unos pocos tienen todo y otros muchos tienen tan poco o
nada?
¿Es cuestión solamente de salir a reclamar infructuosa e
interminablemente mientras la muerte sigue acechando tempranamente la vida los
pobres?
Ante la pregunta de Martina “¿Y como hacemos eso para
que nos den?”
La respuesta de Darío: “Y tenemos que hacer un
acampe.”
¿Que nos den o tomarlo?
Y Darío, y el frente, la organización, iban más allá,
como queda expresado en los testimonios que, en una gran tarea, recoge Miguel
Mirra.
No sólo era tomar tierras, o salir a las calles a
reclamar el aumento del plan trabajar, los interrogantes perforaban la dura
roca de la existencia e iban más adentro, hacia las entrañas del problema,
hacía la úlcera lacerante que afecta a todos los miserables, a los pobres que
sufren las consecuencias de este sistema económico y político.
“La democracia, no como modelo político
de representación, sino democracia donde todos participamos, donde todos
podemos decidir. La consigna que tiene el Movimiento de Trabajadores
Desocupados es el trabajo y el cambio social. Nosotros no queremos nomás que el plan
trabajar de 150 pesos porque sabemos que por un lado no alcanza, y que con eso no
cambiamos la realidad de nuestro país. Nuestro objetivo final es cambiar la
sociedad en la que vivimos. Y decir “no” al modelo. Nosotros creemos que va por
ese lado, nosotros creemos que se puede cambiar acá la sociedad en que
vivimos.” [Darío
Santillán]
Estas son las ideas de Darío, como las de muchos otros
que junto a él construían un pensamiento crítico, como las de otros tantos en
diversos frentes y organizaciones a lo largo de nuestro país.
Es la voz sonante de los desposeídos en busca de la dignidad
avasallada.
Es la esperanza reflejada en que si unos pocos pueden
alzarse en su interior y en derredor, otros muchos también pueden hacerlo.
[Marcelo Cafiso desde El Bohío Nuestra América Editorial Septiembre 2013.]
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