jueves, 13 de septiembre de 2012

En tus diecinueve, Ailencita

Bailaste junto a tu madre
aquel mediodía lluvioso
cuando el temor hizo que el sol
girara violentamente
en tu hogar, cálido vientre.
Bailaste sin cesár
para anunciar
que traías
risas, cantos, alegrías
prisas, llantos, y saltos
a las vallas de la vida.
Abriste senda que marca
el camino de la historia
hiciste que la memoria
no fuera ya una utopía,
sembraste el crecer de golpe
de esos jóvenes que dimos
un empujón nomás
para tu vuelo de niña,
de joven, mujer y más.
Nada pido, nada dejo
observo que allá a lo lejos
con tus ojitos de amor
cambiaste la vida entera
de quien te admira
y respeta
en tu vuelo sin frontera,
en tu baile más hermoso
libre, crítico y audaz
con luz, amor y paz.

Papitom.

No hay comentarios:

Publicar un comentario