Crónicas. Batallas cotidianas I
"Acá la moral no existe"
En los traqueteos de la vida descubrimos que la injusticia cava pozos
que se convierten en charcos al llover y al no ver metemos la pata hasta
el fondo y nos embarramos un poco.
Una vasta, e indeseable para
cualquier apreciable, experiencia en cuestiones de cárcel, procesos y
juzgados hacen que uno tenga el cuero más duro pa el látigo
que azota sin avisar, porque cuando se avisa el cuerpo se arquea un
poco y pareciera (sensaciones nomás) que duele menos aunque el golpe
arribe con la misma intensidad.
Lo más interesante de estos
menesteres son las batallas y obviamente el jaque mate (si no es el
propio) o las conocidas tablas en el arte de la negociación.
Pero
hete aquí que jamás habíase presentado la situación donde quien juzga
declarara abierta y sonrientemente la frase que titula este fragmento de
crónica: "Acá la moral no existe".
Con este panorama nada
alentador (pedir justicia es un relato de Ray Bradbury) y con el
oponente que mueve las fichas contrarias del tablero las armas cambian,
porque su condición de clase ( ey, eso no desapareció aunque se canten
conciliaciones) y la miseria homo de sus principios lo elevan a la
consabida categoria del tipo de persona popularmente bautizada como:
hij@ de puta.
Ante lo cual los resultados de las batallas son tan inciertas como el final de la contienda.
¿Hay un final en la contienda de clases? ¿Alguien tira la toalla?
sábado, 1 de junio de 2013
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