“Es tan corto el amor
y tan largo el olvido”
¡Oh, Pablo querido!
cómo duelen tus poemas,
nos hundes en las arenas
que una tarde hemos sentido.
Isla, tú isla, la Negra,
¡Oh, Neruda profeta!
sepultaste entre las piedras
lo que quedaba de ella.
Se fue apagando la hermosa
vuelve a la costa la espuma
cual caricia suave, rosa,
pero no queda ninguna.
Solo mancha, huecos húmedos
que volverán a cubrirse
más pronto que ella al irse.
Bendito atardecer
de mate y risas
preludio de una muerte
pocas caricias,
en la agonía dulce de tu ser
ocultándose, el sol:
da la noticia.
Ha muerto el amor
¿por mano propia?
ni el tiempo logrará resucitarlo
porque un amor así,
de barro mágico,
intensamente
hay que vivirlo,
o asesinarlo.
Quédate con los recuerdos,
baratijas de la mediocridad,
cuando la vida, loco o cuerdo
hay que beberla hasta la ebriedad.
Regresaste por donde pudiste,
por el mismo sendero
que partiste,
donde desterrada fuiste
por un sueño aventurero.
Como en la tensa calma,
hoy buscas lo de ayer
monótona, cotidiana, masa,
entregada al azar tu alma
a golpe de suerte, dolor, placer.
Pero si en el acaso ocaso,
vienes en caída fatal,
de desamor, traición, fracaso,
de pie, cual puntal,
verás mi sombra
y tendrás mi abrazo.
Marcelo Cafiso
Septiembre de 2011
miércoles, 14 de septiembre de 2011
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