ALBAÑILES DE LA VIDA 2010
Muchos albañiles no saben donde queda Copenhague,
menos aún qué parlamentan
los que dirigen pueblos y destinos,
y no por desinterés o desatinos,
sino porque están haciendo y pensando,
penando,
para alimentar a sus hijos.
Porque al caer la pesada noche
cuando antes de acostarse
entrecrucen al mirarse
esos ojitos vidriosos
y descubran que sus padres, andrajosos
de la vida,
poco han conseguido de comida,
los abrazarán
con el mismo amor de siempre,
les sentirán
el sudor, el hedor del día,
y lo impregnarán
en su interior,
-porque algún día será rebelión-,
y el asco no existe –no aquí-,
si allí
en los altos pisos,
donde sin permisos
devoran lo que falta en los hogares,
de los miserables.
Muchos albañiles no saben,
quien los premios otorga,
ni para qué.
Y si el de la Paz, premio Nobel,
se lo dan hoy a Obama,
o mañana a Fidel
lo mismo les da,
no resuelve su problema
de todos los días.
Y si luego el galardón de la paz,
armas y hombres envía a Afganistán,
cuánto importa,
no saben dónde queda,
no sabe por qué van,
ni cuántos matarán,
ni cuántos volverán.
Pero también allá en esas tierras,
Afganistán, Kuwait, Irak,
o en las otras,
donde agua comienza a faltar,
y en algunos parajes a sobrar,
o en aquellas otras
donde la vida se escurre por las Honduras
de la muerte,
y las balas silban lúgubres canciones,
y los muertos se apilan,
y la sangre derramada
clama, clama, clama,
mientras el Paraguay profundo exclama
no repitan la función
que sentimos se avecinan ya los vientos
del arrollador ciclón
sobre las angustiosas vidas
de los pueblos-hijos,
del dolor-trabajador,
y en todos estos rincones,
sin distinciones,
también hay albañiles,
mujeres, hombres, niños,
y sudor,
hambre
y ojos vidriosos,
y noches de temor...
...Y noches de amor...
...Y el canto
supera al llanto...
...y resuena en los oídos
de la esperanza,
apasionada y aguerridamente
la música del corazón
con tamboriles
repiqueteando calor
y
tiemblan los que saben
certeramente
que es el amor agitador
de agitadores,
que la vida no es pasiva,
que aún las ideas florecen,
y que hay albañiles
decididos a mezclarlas
en pastones de pasión por los cambios,
y edificarán sembrándolas,
en jardines, huertas, campos de nuevas-antiguas razones,
levantando voluntades, corazones,
techando con emociones,
los sentidos de seguir sabiendo
que queremos pudiendo
cambiar nuestras desazones.
Entonces,
cuando se oigan los crujires,
de los leños del calor,
y ya no de las entrañas del dolor,
todo tendrá sentido
y encontraremos las respuestas
buscando juntos la meta,
es decir andando,
del sendero hacia el camino,
descubriendo que vale la pena
desde y hasta siempre
cantar juntos
la canción
de la dignidad
en libertad!
Marcelo Cafiso
desde el Bohío en Lanús, Buenos Aíres,
Escrito 31 diciembre del 2009
domingo, 11 de septiembre de 2011
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