miércoles, 6 de marzo de 2013

I - Cartas escritas en los andares de la historia.


I - De a pie con Hugo Chávez.
 

Cartas escritas en los andares de la historia.
 

"Al rayo del sol en Parque Rivadavia, la plaza de nuestro primer encuentro"

Chávez, disculpáme, pero ando remontando los recuerdos y tengo que escribirlo porque intento desatar nudos que se me enredaron en las tripas durante la madrugada y me tienen a mal traer. Ayer confirmaron que te fuiste al viento y que serás semilla en tierra fecunda. Lo inevitable y esperable no es siempre lo deseable. Nos ponemos serios, a veces graves, y las menos, alegres. Creemos que nos las sabemos todas y no sabemos ni mierda. Andamos sabiendo de a cuotas y aprendiendo de a gotas. No sabía como eras en persona, confiaba en lo que los compañeros cubanos me habían transmitido, afirmado, ellos con la convicción a flor de piel que vos no eras lo que la izquierda a la izquierda de la derecha decía. Editamos tu denucia del "golpe fascista contra Venezuela", con tus palabras contundentes contra la oligarquía golpista. Nos costó meter tu libro, lo rechazaban muchos, hasta los más revolucionarios, esos, los de carnet, y lo supiste y cuando te llegó el momento sin decir nada los abrazaste y se la comieron, a la situación incómoda digo. Luego, un día me avisaron que estarías en una plaza, al aire libre, en Parque Rivadavia y un amigazo tuyo, poeta y gobernador en alguna provincia de tu Venezuela, nos presentó, (estabamos con Enrique y Carlos, dos queridos hermanos de la vida) te saludamos y entre chistes, nombres, actividades de la editorial y demases te hice una propuesta. Te sacaste de alegría, llamaste a los gritos a tu embajador, que andaba por ahí, a la reunión inventada por tu desacartonamiento, en medio de la plaza con la prensa asediando, y dijiste hay que hacer lo que propone el compañero, el año próximo quiero el stand de Venezuela en la Feria del Libro de Buenos Aires, y seguías hablando como loco desaforado y hacías mil preguntas sobre el libro "el golpe" y sobre amigos en común, y el jefe de tu seguridad (un militar de esos con cara y cuerpo de seguridad) te dijo: "Comandante, el tiempo, no podemos quedarnos más aquí", y te lo dijo acercándose al oído pero lo escuchamos todos al vozarrón del negrón, y vos pediste disculpas a quienes estábamos en tus narices, viraste y le dijiste: "Pero como no va a haber tiempo para los compañeros"..."acaso no recuerdas la historia de..." y giraste de nuevo y nos contaste a todos una historia de encuentros, demoras y apuros, y luego el ejemplo de Napoleón y Josefina, y seguiste así hasta que el sol nos quemaba las cocuzas, pero te reías efervecentemente y ya todos habíamos perdido la postura rígida y nos abrazabamos a las risotadas y vos feliz porque luego de esta charla Venezuela estaría presente en la Feria del Libro y era una movida político-cultural importante y lo llevaste a cabo, y también estabas feliz porque sabías que la vida se construye así con esos pedacitos de tiempo que la historia nos regala cuando sabemos compartir. Y claro, que decirte, yo estaba inmensamente feliz, porque aprendía escuchándote, y porque vos sabías escuchar y accionabas y nos hablabas de vos a vos (y me llamabas por ni nombre y sabías de la pequeña editorial) y dedicabas tu importante tiempo a un simple tipo de barrio, desconocido, sin cargos ni carnet alguno, que te admiraba (y admirará siempre) y que hoy te llora, te ríe, perdón, te todo junto, porque es inseparable una cosa de la otra, sabés, y me quedo con ganas de contar más para seguir riendo con los recuerdos, pero la puta madre se me acaba de hacer otro nudo en la garganta y veo nubes en la pantalla, en otro momento te escribo, sabés, porque estas cosas se comparten, como vos lo hiciste tantas veces en este hermoso tiempo que vivimos (porque al fin y al cabo es nuestro tiempo, no hay otro) y donde pude conocerte, a vos, a un grande tan sencillo que pensé que eras de mi barrio...

[desde el Bohío]


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