Abre la puerta y entra a mi hogar que el corazón delator llama.
Abre la puerta y entra a mi hogar que el corazón delator llama.
Sólo duermo cuando el frágil cuerpo no resiste más. Semidormido,
perdído, aterrado, busqué de donde venían los golpes. Sólo Poe podía
traer realidad a la imaginación, era el corazón delator. Sin coherencia.
Busqué las luces, pero estaban todas prendidas. Los cuzcos desesperados
presagiaban lo peor desde lejos. Salí en busca de la mujer
enterrada y de los orígenes de semejante concierto perruno. Bajé, abrí
puertas, avancé los primeros metros así como me levanté, el frío
despabila. El corazón se detuvo, no hubo más delación, sólo desesperados
perros. Al llegar a la zona de entrada, donde no hay puerta sino
portón, hallé los orígenes de la realidad. Había ingresado ¿hacía dos
horas?, sonreí ante el espectáculo. Tarareé la chacarera. Cerré el
portón del Bohío.
Los cachorros del Bohío se calmaron ante las
caricias de gracias. Recordé a Poe. Regresé, porque en algún momento
llegué y también me fuí sin irme.
Ahora quedo, estando, todo está igual, pero algo volvió a cambiar.
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